Stonewall, la realidad alterada por los lentes de Hollywood

Hollywood ha puesto sus manos en muchas cosas con el paso de los años. Desde tomar entre sus garras las historias clásicas que cantaban en la época de Homero hasta arrastrarse sádicamente en nuestra infancia y buscar contar con su propia versión cómo ellos ven a los Transformers, Dragon Ball o Las Tortugas Ninja. Hollywood se ha caracterizado por tener poco respeto a lo clásico, siempre midiendo con números lo que en un mundo ideal sería medido con calidad y es por eso que muchas personas aun se cierran a creer que el cine puede ser el séptimo arte. De hecho, hay gente que no solo se cierra, sino que se niega rotundamente y toma como base las bazofias palomiteras a la hora de usar sus ejemplos. Pero no vamos a hablar de eso hoy.



Todos bebemos del gran pecho de Hollywood cuando vamos al cine. ¿Quien no alucinó al ver a los Avengers o Titanic llevados a la pantalla grande? ¿Quien no se quedó largo rato pensando qué demonios era la Matrix y si no estabamos dentro de una simulación? La terrible Babilonia, como ha sido llamado en varios libros y por varios actores y actrices que cayeron en sus garras despiadadas, nos ha mostrado mucho a todos nosotros. Y si hay algo que sí sabemos con perfecta seguridad es que Hollywood, cuando pinta una historia supuestamente real, siempre será con actores bellos. 

Quizás Muhammad Ali tenía una mirada fría y cara cuadrada pero la gran pantalla usará su varita mágica para darle un cuerpo más esbelto y el carisma de Will Smith. Quizás el matrimonio Warren en el cual se basa la película Conjura tenían ese aire oscuro, ojeras, sobrepeso y un cartel que decía "chantería barata". Pero Hollywood maquilló la historia con nobleza, los ojos celestes y puros de Vera Farmiga y la masculinidad de Patrick Wilson. Es que estamos acostumbrados a que si algo dice en alguna parte que se basa en historia real, pensamos que esta historia tenía protagonistas más feos...o mejor dicho, más normales que las grandes celebridades.Y con celebridades, todo es mejor.

Tenemos, por supuesto, las excepciones a la regla como Monster pero es una en un millón de intentos de buscar dar belleza innecesaria para atraer a la gente. ¿Por qué? Porque somos superficiales. Nos cuesta ver un protagonista que no tiene el rostro armónico y la voz grave. Nos cuesta ver una película de strippers con strippers reales y no con un montón de hombres de físico trabajado y rostros perfectos. Hollywood tiene un problema con la normalidad porque, en sus estándares, la normalidad es algo feo. 

Pero no es de esto de lo que quiero hablar. La verdad, creo que todos nosotros hemos fomentado este tipo de comportamiento de la gran industria cuando idolatramos a un actor sin talento pero con linda cara; a una rapera que no sabe rapear pero tiene el trasero tan grande que uno nunca mira su rostro, sino que por inercia, clava los ojos en ese culo cuasi deforme; es nuestra culpa en gran parte y Hollywood...bueno, Hollywood es Babilonia y en Babilonia nos dará todos los gustos ¿No?

Sin embargo, la gran ramera cometió una falta muy notoria que creo que nadie va a aprobar cuando decidió llevar a cabo la gran producción Stonewall. ¿Alguien sabe a lo que me estoy refiriendo?

Los disturbios de Stonewall fueron el hito que marcó la rebelión y el levantamiento por parte de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT) un 25 de junio de 1969 en Nueva York. Este suceso es considerado como la primera vez en la historia en la cual un grupo se levantaba contra las redadas policiales en pos a sus propios derechos que nadie les reconocía. El catalizador de los movimientos a favor de los derechos homosexuales y los movimientos afroamericanos por los derechos civiles.

Marsha P. Johnson
Marsha P. Johnson fue una drag queen muy conocida en los grupos dado que ella fue activista en aquel disturbio, recordada por ser la que levantó un ladrillo y lo lanzó primero a la policía en una acción que no tendría vuelta atrás. Un golpe real contra la homofobia que plantaría las bases para las batallas constantes que vinieron después y hasta hoy continúan. Pero ¿Saben qué? En la Stonewall hollywodense solo hicieron un personaje basado en ella. Una transexual negra de nombre omitible que no es más que un papel secundario. 

Jeremy Irvine, protagonista
de Stonewall
Pero el hito que marcó la historia sí se lleva a cabo. Alguien toma el ladrillo con el cual apedrearía la homofobia y ese alguien no es negro...no es travesti, no es normal. El director de esta película, quien además fue director de Día de la Independencia, Roland Emmerich, decidió que el pueblo norteamericano no se sentiría identificado con un protagonista drag queen negro. El pueblo necesita identificarse con el joven guapo que pelea por los  derechos, dándole el honor de lanzar el ladrillo a Jeremy Irvine. Hay prostitutas, hay transgeneros, hay personajes y todos son secundarios. Acá el protagonista es el bello, homosexual e incomprendido joven.

¿Saben lo peor? Buscar sobre los conflictos de Stonewall termina dándonos nombres realmente interesantes con personalidades marcadas y odas que merecen ser contadas en la gran pantalla. La realidad muchas veces supera la fantasía y en este caso, es cierto. Pero el director no quiso tomar esos ejemplos porque...Bueno, sabrá él por qué. Será por la misma razón que Michael Bay no quiso tomar los hechos reales para filmar la bazofia de Pearl Harbor dado que, para él, era más lindo contar la historia de amor de Kate Beckinsale con Ben Affleck que lo que la tragedia significó para el pueblo norteamericano. Será que en alguna parte de sus soberbias mentes, su versión es más digna de ser contada que la real. 

Uno puede acostumbrarse a las películas juveniles donde todos son bellos, incluso el feo. Pero el hecho de tomar los disturbios de Stonewall para contar la historia que sufrieron quienes pelearon ahí y borrar, literalmente, de la lista a sus protagonistas por no ser....vamos, por ser personas normales, travestis, prostitutas y negros, es algo de mal gusto. El norteamericano...no, todo el lado occidental del globo ha aprendido a divinizar la belleza y hacerla ver como algo más importante de lo que en realidad es. Acá no hablamos de un joven bello como James Dean que hizo historia. Hablamos de personas que hicieron historia no por ser bellos, sino por sus acciones y que dedicaron su vida a pelear por los derechos que les querían arrebatar. 


Lo que el cine hace con Stonewall es decirnos que uno puede ser gay, pero solo como si eres como Tom Hanks y Antonio Banderas en Filadelfia. Puedes ser lesbiana, siempre que seas como Lena Headey y Piper Perabo en Imagine Me and You. Puedes ser transexual u homosexual si sigues el estereotipo de Sense8. Todos bonitos, todos bellos, todos dignos de ser representados en el medio. Porque la vida real es demasiado fea para ser mostrada. Una drag queen negra que lanza un ladrillo no es nada. Jeremy Irvine, en cambio, sería mucho mejor para que los jóvenes se sintiesen representados por él.



¿Entienden la parte asquerosa, nauseabunda e hipócrita de esto? Por lo visto, la mente del norteamericano no está lista para ver un trozo de normalidad en el cine. Podemos tomar historias, sí, pero manipularlas, prostituirlas, destrozarlas y vendérselas al mundo como ciertas porque el pueblo norteamericano no está listo. Sus tiernas mentecitas no comprenderían que hay gente normal en el mundo y esa gente pueden ser negros, tener algunos dientes chuecos, pecas, no ser heterosexuales, etc. Sabe Dios que le he tirado pálidas a Orange is the new black hasta el hartazgo pero al menos la serie se animó a meter un poco de variedad normal ahí. Ojo, tampoco tanto pero sí un poco. 

La verdad es que hay directores que hacen muy buenos trabajos y respetan un poco lo que van a representar. Y luego está esto. Está el patriota que pone frases clichés en Día de la Independencia, alimentando el gran ego norteamericano con acciones ridículas que matan a alienigenas estúpidos. Pero ¿En día de la independencia no trabajaba Will Smith, que era un hombre negro? Ah, pero tonta yo. Will Smith es como se imagina el norteamericano que el hombre negro es: Esbelto, de dientes perfectos, sonriente, y seguramente el que meterá chistes para que todos nos ríamos de sus ocurrencias de personaje negro.


Es el eterno temor que vemos en mucha gente y muchos famosos a algo tan simple como la normalidad. Tienen miedo de envejecer, tienen miedo de morir, tienen miedo de que su piel se caiga y de ser mostrados sin photoshop al mundo. Y nosotros hemos absorbido esa basura. Por algo hay niñas y niños que no suben una puñetera foto a facebook sin mil quinientos filtros cuando sabemos que todos los famosos son requetetoqueteados por photoshop antes de ser puestos en escena.

Pero eso será para otros artículos. Lo realmente terrible es esto: Personas que merecen tener un tributo no lo tendrán en su propia película. ¿Por qué? Porque no eran tan bellos como Jeremy Irvine y, vade retro, ¿Poner personajes que son negros, travestis y que hicieron algo en la historia en papel de, justamente, hacer algo en la historia? Dios no lo quiera. En la ciudad del pecado vale todo, menos eso.

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