¿Es tóxica la televisión? Reflexión.
"Hay
una dosis muy baja de poder transformador en las series. La televisión es tóxica. Con
las películas la cosa es diferente; existe una historia que evoluciona: un
inicio, un nudo y un desenlace y normalmente, cuando un filme termina se
permite provocar una pequeña sensación de cambio en el espectador. En la televisión eso no ocurre, los
cambios no se plantean. Los guionistas conspiran para que te sientes en el sofá
y veas durante siete años a los mismos personajes. Los efectos en el cerebro
humano que provoca eso nunca serán mejores que leer el peor libro de la historia.
Entre cientos de horas de televisión y Moby Dick lo tengo claro" Dan
Harmon.
Estuve escribiendo tres
cosas distintas en los últimos días y a las tres las borré. Supongo que ninguna
terminaba de gustarme y mi herramienta favorita para plantear mis ideas, la
palabra, se volvió mi enemiga en las últimas semanas. Notaba que escribía hojas
y hojas pero terminaba por sentir que en medio de tantos párrafos, no decía
nada bueno de verdad. Y de repente, leyendo por internet, di con la claridad de
las palabras dichas por otros labios. En este caso, por el creador de una de
las series de comedia más delirantes que ha conocido la televisión: Community.
Si no la has visto, te
recomiendo que la veas. Por lo menos las dos primeras temporadas te harán reír
con un humor inteligente y absurdo que es más que extrañas historias sin
sentido que van y vienen como una rueda. Pero, lentamente, la serie fue
perdiendo el norte pasando de ser absurda a bizarra en el sentido anglosajón de
la palabra. Veríamos situaciones cómicas pero el resto nos parecería forzado y, como
la mayoría de las series, nos volveríamos testigos de cómo la serie empezaría a
perder la chispa con la cual nos había enamorado. La distinción que podemos
encontrar con Community de todas las demás es que la serie entiende en qué
momento empieza a caer y hace chistes de ello, reconociendo ante nosotros que
todo tiene un principio y un final y el final de ésta debió llegar hace
mucho tiempo. Es admirable ¿saben? Luego de ver por años series de todos los
tipos, deseando y anhelando que muchas siguiesen sacando temporada tras
temporada con tal de no perder a esos personajes que tanto me gustaban,
encontrarme con una serie que me dice “Hey, ¿Quieres verme morir? Porque si
continuas pidiendo esto, te lo daré y me verás morir.”, porque la verdadera
muerte no es el final sino el olvido. Y fue ahí que comprendí que la lealtad
del fan, esa que pide y ruega, a veces es tóxica, no por el fan en sí mismo,
que nunca entenderá que un personaje principal puede morir; que nunca permitirá
que el punto final signifique exactamente eso, el fin; sino porque hay gente
que aun quiere sacar dinero de ello.
No por nada, Anne Rice nunca
dejó descansar a su vampiro, diciendo primero que dejaría de escribir de él
para escribir de Jesús, notando finalmente que el mesías cristiano no daba tanto
dinero como Lestat. Desempolvó al hermoso y eterno joven de cabellos rubios y
mirada intensa, pícaro y soberbio, para volver a presentarlo, una vez más,
luego de tratar de enamorar a sus lectores con ángeles y hombres lobos que, tristemente, fueron incapaces de mostrar el mismo carisma envolvente del vampiro.
No por nada, Dean y Sam
Winchester continúan cazando vampiros, demonios y seres del otro mundo habiendo
perdido a todos los seres vivos que alguna vez amaron en la tierra y habiendo
conocido cada uno, el cielo y el infierno un par de veces. Las palabras de Dan
Harmon me dieron el clic que necesitaba en el momento en que me trataba de
replantear si yo era demasiado estricta con mis gustos o realmente las cosas
que en un momento he amado, caían en desgracia luego de vivir y sobrevivir, una
y otra vez, en una historia que busca ser eterna cuando, en realidad, la idea
es terminarla mientras esté en su vuelo más alto.
¿Acaso quiero ver a un
personaje que amo, como por ejemplo, Jeff Winger de Community (interpretado por
Joel McHale) aprender su lección y olvidarla de un capitulo a otro porque, simplemente, se quedaron sin ideas los escritores? ¿Quiero verlo pasar de ser
el personaje que entró a la universidad pública y que dominaba a todos con su
gran oratoria y su audaz soberbia, a convertirse en un alcohólico que no puede
salir de ahí? Porque cuando recuerdo la última temporada, Jeff perdió su humor,
su gracia y no había escena donde esté sin un vaso de whisky en la mano. Según entiendo,
Harmon es más inteligente que muchos escritores de series que he visto a lo
largo de mis veintiocho años y, luego de leer lo que él opinaba del medio, creo
entender el mensaje que trató de dar con Jeff. Jeff tenía que irse, seguir su
vida…y se quedó en una universidad que lo ha atado de pies y manos. ¿Por qué?
Porque nosotros lo pedíamos y los guionistas nos lo daban.
De repente, lo que pasaba de
ser algo chocante, como la muerte de Dean Winchester, se volvió un suspiro de
cansancio y el pan de cada día, al igual que la devoción extraña, casi enferma de los hermanos, uno
con el otro. Pensaba en su padre, el cual dio el alma por salvar a su hijo mayor.
Pensaba en Bobby, que murió manteniéndose al lado de los hermanos interpretando
el papel que John no pudo llevar a cabo…Pamela, Joanna, Ellen Harvelle…Personajes
con los que nos encariñamos y vimos morir, sabiendo que algo dentro nuestro
pedía más de ellos pero que, a su vez, sentíamos que habían cumplido su papel en la historia. De repente, el fin apocalíptico que nos
prometían en cada temporada se iba postergando un año más y esos momentos de
extremo drama y pesar del principio, se perdían en la memoria de la historia y
de los mismos protagonistas. La verdad, sabemos que si Dean o Sam mueren
mañana, volverán, al igual que Castiel ¿Por qué? Porque ellos son pedidos a
gritos y la televisión sonríe cuando eso pasa.
Con Walking Dead me pasó
algo bastante particular y es que a pesar de la gran cantidad de quejas que tengo
de la serie, la sigo viendo. Admito que la perdoné más que a Supernatural o a
la aclamada Orange is the new black y aun no sé por qué. Mis personajes
favoritos han muerto y estoy feliz con ello porque no vivieron para ser
convertidos en una extraña amalgama de los deseos de miles de millones de fanáticas
hormonadas. Daryl Dixon, el que fue mi personaje favorito en la primer y
segunda temporada fue ridiculizado, santificado y vuelto el Legolas del
apocalipsis zombie y es ahí cuando a pesar de no
creerme el cambio brutal de Shane de un capitulo a otro, asiento con la cabeza
y agradezco que el personaje sea tan odiado al punto que nadie dijo ni "pío" cuando murió.
Entonces ¿Quién es el
culpable de la decadencia de las series? ¿La televisión o la fanaticada que la
sigue? En el caso de Community, los fans la han salvado no una ni dos, sino
tres veces de ser cancelada. Y esas tres temporadas que salvaron la serie solo
llevaron a Jeff a volverse un alcohólico infeliz y a los mismos fans que tanto
pedían por ella, a ver algo que está muy pero muy lejos de ser lo que fue.
Escenas buenas, sí, pero no son ni el diez por ciento de cómicas de lo que eran
las primeras temporadas. ¿Saben lo triste que es eso? ¿Decir que una serie que
te hacía llorar de risa ahora es “pasable”?
Es difícil avanzar tan bien
como para sentir que los personajes evolucionan realmente. A veces para bien,
como puede pasar con Leslie Knope de Parks and Recreation y a veces para mal,
como pasó con Walter White de Breaking Bad. Pero la idea es que eso nos convenza de
que es cierto y que sintamos que más allá de todo, esos personajes hacen lo que
debían hacer. Hacen lo que los hace ser ellos. Porque cuando las cosas vienen
tiradas del cielo porque sí, ahí es cuando a mí, como televidente y amante de
las series desde que me acuerdo, me molesta. Y no es que mis palabras cambien
mucho la historia porque no son mis palabras las que salvarán o lapidarán una
serie el día de mañana...
Pero, como a ustedes, cuando
le tomo cariño a una serie o un personaje, me gusta que se lo respete. Me gusta
que cuando empieza siendo seria la cosa, se mantenga seria hasta el final y no
conviertan a ese personaje que nos ha hecho llorar porque sentíamos en carne
propia su dolor, en una parodia; en un chiste...O peor, en un peso. Yo creo que ese tipo de
transiciones se puede llevar a cabo, sí. Pero muchas veces, para eso, hay que
decir que no al griterío de un montón de niñas y niños que pedirán que su
personaje favorito sea protegido de todo daño y cambio. Un montón de niñas y
niños que sueñan que un racista como Daryl Dixon, tiene un corazón de oro y huele a rosas a pesar de haber estado bañado en mugre por años. Un montón de niñas y niños que
esperan ver a Sam y Dean viviendo sus vidas como hermanos porque son demasiado
celosos para soportar la idea de que alguno de ellos deje la cacería para tener
una familia. Un montón de críos que simplemente, deben madurar y, justamente,
dejar que los personajes maduren también.
La televisión y las grandes
empresas van a seguir dándonos lo que pidamos y son pocos los que deciden no hacer
caso a las quejas y cortar por lo sano. Y gracias a esos pocos, tenemos
excelentes historias que terminan cuando tienen que terminar
y que nos atraviesan el alma con su final.
Pero comparar esas historias con las series que he nombrado es una idea osada. Sin embargo, es una demostración de que una historia corta se puede volver algo de culto si se le deja seguir el camino que debe seguir. ¿Qué hubiese sido de Supernatural de haber terminado en la temporada dos con la muerte de John o en la temporada tres con la muerte de Dean? Sí, eso significaría mucho dinero menos y una carrera muerta o en despegue de los protagonistas. Y es entonces cuando las palabras iniciales de Dan Harmon parecen pesar más que antes: Quieren que nos sentemos a seguir eternamente las historias de los personajes el mayor tiempo posible. Malas o buenas, cómicas o tristes. Con un final pensado o sacado bajo la manga. La idea es que sigamos ahí siendo testigos de cómo esas historias mueren lentamente.
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